Una subida de tipos de interés beneficia a los acreedores y perjudica a los deudores.
En términos ‘macro’, impacta de forma negativa sobre la demanda agregada.
Su efecto e influencia en los activos financieros y reales es muy variopinta.

La primera subida de los tipos de interés en la zona euro es ya una realidad. El Banco Central Europeo ha elevado el precio del dinero en 50 puntos básicos en julio, mientras que se espera una nueva subida en septiembre con alzas de, al menos, 25 puntos básicos. Además, la hoja de ruta del banco central habla de proseguir con la normalización monetaria tras esos movimientos, lo que abre la puerta a que los tipos de interés se sitúen entre el 1,5 o 2% en los próximos años. Aunque estos niveles no parecen desorbitados, el escenario de juego (mercados y economía) está sufriendo un cambio importante respecto a lo vivido en los últimos años con los tipos de interés negativos.

De una forma muy resumida y sencilla, una subida de tipos de interés favorece a los acreedores frente a los deudores en términos relativos. Los agentes endeudados tendrán que pagar más por sus obligaciones, mientras que los agentes con balances saneados deberían comenzar a recibir una mayor remuneración por sus activos o parte de ellos.

Un buen ejemplo para comprender esto es el mercado de hipotecas. Las familias que están pagando una vivienda y cuentan con una hipoteca a tipo variable tendrán que hacer un mayor esfuerzo para cumplir con los pagos, mientras que las familias que tienen depósitos bancarios (que han financiado esas hipotecas) comenzarán a recibir una remuneración.

Impacto en la economía.

¿Cuál es el objetivo de la banca central con esto? Las subidas de tipos de interés buscan enfriar la economía, encareciendo el crédito y haciendo más atractivo el ahorro en términos relativos. Si las hipotecas son más ‘caras’ y los depósitos comienzan a ofrecer una remuneración, los agentes (familias, empresas…) tendrán un mayor incentivo para dejar de endeudarse y comenzar a ahorrar.

Un menor endeudamiento suele desembocar en un menor consumo e inversión (la compra de vivienda nueva se contabiliza en el PIB como inversión), lo que debería enfriar la demanda (nuevo equilibrio entre demanda y oferta y presionar a la baja los precios) y así rebajar el incremento de los precios. Esto último es el gran objetivo de los bancos centrales: devolver los precios al objetivo del 2% aunque la economía sufra una desaceleración o incluso una recesión.

Luis Alberto Iglesias, analista de Value School, explica que «bastaría con una subida fuerte de los tipos de interés que cortase el flujo de crédito barato a la economía y frenase el endeudamiento de los estados y las empresas, pero el precio de hacerlo sería demasiado caro, pues provocaría una recesión económica que agravaría el desempleo, la morosidad y las quiebras empresariales. Así que el BCE sigue haciendo equilibrios sobre el alambre, haciendo continuos anuncios de subidas de tipos y realmente subiéndolos solo lo suficiente para enfriar la sobrecalentada economía de la zona euro sin llegar a gripar su motor».

Las hipotecas y el euríbor.

Por ahora, aunque la subida ha sido muy intensa, si se analiza el gráfico del euríbor a 12 meses (al que están referenciadas las hipotecas a tipo variable), este tipo de interés se encuentra todavía en el 1,16%, unos niveles que no se veían desde el verano de 2012. Pese a todo, el euríbor aún sigue lejos de los niveles vistos en 2006 o 2007, cuando superaba el 4 y el 5%. En aquella época, el BCE también estaba subiendo los tipos de interés para intentar frenar una inflación muy inferior a la actual y, de forma no oficial, una burbuja inmobiliaria cuyo estallido desató y agravó la crisis financiera en muchos países.

Sin embargo, con esta ‘leve’ subida, una hipoteca de 180.000 euros se habría encarecido (euríbor más un diferencial de un 1%) en unos 1.200 euros desde abril, cuando el euríbor aún se encontraba al 0% y se esperaba que el BCE endureciese su política monetaria, pero a un ritmo mucho más lento. En pocos meses, el BCE ha pasado de prever el fin de los estímulos a lo largo del año y una pequeña subida de tipos en diciembre, a cerrar el grifo repentinamente y anunciar la mayor subida de tipos en 22 años (50 puntos básicos) ya en julio. La inflación aprieta y el BCE acelera.

Leer más…

 

 

Fuente: El Economista

Ir al contenido